Date cuenta de que yo estoy contigo. Yo te protegeré por dondequiera que vayas, y volveré a traerte a esta tierra. No te dejaré ni un momento, hasta que haya hecho lo que te he dicho.
El Señor es mi fortaleza y mi cántico; ¡el Señor es mi salvación! Él es mi Dios, y lo alabaré; es el Dios de mi padre, y lo enalteceré.
Cuando salgas a combatir a tus enemigos, no tengas temor de ellos, aun cuando veas que tienen caballos y carros de guerra, y que su ejército es más grande que el tuyo, porque contigo está el Señor tu Dios, el cual te sacó de la tierra de Egipto.
El Señor va delante de ti. Él estará contigo, y no te dejará ni te desamparará. No temas ni te intimides.
Escucha lo que te mando: Esfuérzate y sé valiente. No temas ni desmayes, que yo soy el Señor tu Dios, y estaré contigo por dondequiera que vayas
Dios mío, tú eres mi fuerza; ¡en ti confío! Eres mi escudo, mi poderosa salvación, ¡mi alto refugio! Salvador mío, tú me salvas de la violencia.
Yo me acuesto, y duermo y despierto, porque tú, Señor, me sostienes.
Por eso me acuesto y duermo en paz, porque sólo tú, Señor, me haces vivir confiado.
Pero que se alegren todos los que en ti confían; que griten siempre de júbilo, porque tú los defiendes; que vivan felices los que aman tu nombre.
En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, Señor, proteges a los que te buscan.
Yo confío en tu misericordia; mi corazón se alegra en tu salvación.
Cuídame, oh Dios, porque en ti confío.
Mi Señor y Dios, tú eres mi roca, mi defensor, ¡mi libertador! Tú eres mi fuerza y mi escudo, mi poderosa salvación, mi alto refugio. ¡En ti confío!
Algunos confían en sus carros de guerra; otros confían en su caballería, Pero nosotros confiamos en el Nombre, ¡confiamos en el Señor, nuestro Dios!
A ti clamaron, y fueron librados; en ti confiaron, y no quedaron en vergüenza.
Pero eres tú quien me dio la vida, eres tú quien me infundió confianza desde que era un niño de pecho.
Aunque deba yo pasar por el valle más sombrío, no temo sufrir daño alguno, porque tú estás conmigo; con tu vara de pastor me infundes nuevo aliento.
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién podría yo temer? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿quién podría infundirme miedo?
Aunque un ejército acampe contra mí, mi corazón no se amedrentará; aunque me ataquen y me declaren la guerra, en esto fincaré mi confianza:
¡Prueben ustedes mismos la bondad del Señor! ¡Dichoso aquél que en él confía!
Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en todos los problemas. Por eso no tenemos ningún temor. Aunque la tierra se estremezca, y los montes se hundan en el fondo del mar; aunque sus aguas bramen y se agiten, y los montes tiemblen ante su furia.
¡Con nosotros está el Señor de los ejércitos! ¡Nuestro refugio es el Dios de Jacob!
Confío en ti, mi Dios, y alabo tu palabra; confío en ti, mi Dios, y no tengo miedo; ¿Qué puede hacerme un simple mortal?
El día que yo te pida ayuda mis enemigos serán puestos en fuga, pues yo sé que tú, mi Dios, estás de mi parte.
Confío en ti, mi Dios, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?
Confía en el Señor de todo corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.
¡Vean a Dios, mi salvador! Puedo estar confiado y sin temor alguno, porque el Señor es mi fortaleza y mi canción; ¡él es mi salvador!
Tú guardas en completa paz a quien siempre piensa en ti y pone en ti su confianza.
Confíen siempre en el Señor, porque él es la Roca eterna.
No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi justiciera mano derecha.
Yo soy el Señor, tu Dios, que te sostiene por la mano derecha y te dice: «No tengas miedo, que yo te ayudo.
Pero bendito el hombre que confía en mí, que soy el Señor, y que en mí pone su confianza.
El Señor es bueno; es un refugio en el día de la angustia. El Señor conoce a los que en él confían,
¿Qué más podemos decir? Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar en contra de nosotros.
¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!