Encuentra en los Salmos para Memorizar un tesoro espiritual para llevar contigo. Descubre la alegría de memorizar estos versículos sagrados y profundiza tu conexión con la fe. Convierte cada palabra en un faro de inspiración y consuelo, fortaleciendo tu espiritualidad día a día.
Bienaventurado el hombre que no anda en compañía de malvados, ni se detiene a hablar con pecadores, ni se sienta a conversar con blasfemos.
Todo el tiempo pienso en ti, Señor; contigo a mi derecha, jamás caeré.
El Señor es mi pastor; nada me falta.
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién podría yo temer? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿quién podría infundirme miedo?
¡Prueben ustedes mismos la bondad del Señor! ¡Dichoso aquél que en él confía!
Disfruta de la presencia del Señor, y él te dará lo que de corazón le pidas.
Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en todos los problemas.
Dios mío, ¡crea en mí un corazón limpio! ¡Renueva en mí un espíritu de rectitud!
Dios mío, eres la roca de mi corazón, ¡eres la herencia que para siempre me ha tocado!
El que habita al abrigo del Altísimo y se acoge a la sombra del Omnipotente,
¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus bendiciones!
En mi corazón he atesorado tus palabras, para no pecar contra ti.
Tu palabra es una lámpara a mis pies; ¡es la luz que ilumina mi camino!
Los que aman tu ley viven en completa paz, porque saben que no tropezarán.
Elevo mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, creador del cielo y de la tierra.
Te alabo porque tus obras son formidables, porque todo lo que haces es maravilloso. ¡De esto estoy plenamente convencido!
Tú eres mi Dios; enséñame a hacer tu voluntad, y que tu buen espíritu me guíe por caminos rectos.
El Señor es bueno con todos, y se compadece de toda su creación.
El Señor reanima a los descorazonados, y sana sus heridas.
El Señor se complace en los que le honran, y en los que confían en su misericordia.
¡Alabado sea el nombre del Señor! ¡Sólo su nombre merece ser exaltado! ¡Su gloria domina los cielos y la tierra!
¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!
Tú eres mi escondite; eres mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza.
Señor, examina y reconoce mi corazón: pon a prueba cada uno de mis pensamientos.
Cercano está el Señor para salvar a los que tienen roto el corazón y el espíritu.
Señor, tú me has examinado y me conoces.
Señor, dame a conocer tus caminos; ¡Enséñame a seguir tus sendas!
Pon tu camino en las manos del Señor; confía en él, y él se encargará de todo.
El Señor te cubrirá con sus plumas, y vivirás seguro debajo de sus alas. ¡Su verdad es un escudo protector!
El Señor se compadece de los que le honran con la misma compasión del padre por sus hijos.