Explora Salmos Motivadores, una fuente de inspiración y fortaleza espiritual. Estos versículos sagrados te infundirán con la motivación necesaria para enfrentar los desafíos de la vida cotidiana. Descubre cómo la sabiduría de la Palabra de Dios puede impulsarte a superar obstáculos y alcanzar tus metas con confianza y determinación.
¡Con tu ayuda, mi Dios, puedo vencer ejércitos y derribar murallas!
Dios es quien me infunde fuerzas; Dios es quien endereza mi camino.
Aunque deba yo pasar por el valle más sombrío, no temo sufrir daño alguno, porque tú estás conmigo; con tu vara de pastor me infundes nuevo aliento.
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién podría yo temer? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿quién podría infundirme miedo?
¡Espera en el Señor! ¡Infunde a tu corazón ánimo y aliento! ¡Sí, espera en el Señor!
Su enojo dura sólo un momento, pero su bondad dura toda la vida. Tal vez lloremos durante la noche, pero en la mañana saltaremos de alegría.
Busqué al Señor, y él me escuchó, y me libró de todos mis temores.
Los justos gimen, y el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias.
El justo pasa por muchas aflicciones, pero el Señor lo libra de todas ellas.
Disfruta de la presencia del Señor, y él te dará lo que de corazón le pidas.
Yo puse mi esperanza en el Señor, y él inclinó su oído y escuchó mi clamor;
¿Por qué te desanimas, alma mía? ¿Por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún debo alabarlo. ¡Él es mi Dios! ¡Él es mi salvador!
Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en todos los problemas.
Tú, deja tus pesares en las manos del Señor, y el Señor te mantendrá firme; el Señor no deja a sus fieles caídos para siempre.
Pero yo, cuando tengo miedo, confío en ti.
Mi corazón está dispuesto, Dios mío; mi corazón está dispuesto a cantarte salmos.
Sólo en Dios halla tranquilidad mi alma; sólo en él he puesto mi esperanza.
Aunque mi cuerpo y mi corazón desfallecen, tú, Dios mío, eres la roca de mi corazón, ¡eres la herencia que para siempre me ha tocado!
Tú, Dios y Señor, eres sol y escudo; tú, Señor, otorgas bondad y gloria a los que siguen el camino recto, y no les niegas ningún bien.
Los justos florecerán como las palmeras; crecerán como los cedros del Líbano.
Éste es el día que el Señor ha hecho; y en él nos alegraremos y regocijaremos.
Elevo mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, creador del cielo y de la tierra.
Cuando te llamé, me respondiste, y mi alma desfallecida se llenó de vigor.
¡Bendito seas, Señor, mi roca! Tú me entrenas para la batalla; fortaleces mis manos para el combate.
Tu reino es un reino de todos los siglos; tu dominio durará por todas las generaciones.
El Señor reanima a los descorazonados, y sana sus heridas.
El Señor se complace en su pueblo, y bendice a los humildes con su salvación.
¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!
Quiero seguir la senda de tus mandamientos, porque tú le das libertad a mi corazón.
Sólo así seré completamente libre, pues he buscado seguir tus mandamientos.