Encuentra consuelo en Dios a través de nuestros Salmos. Estos versículos atemporales ofrecen paz y fortaleza en momentos de tribulación. Explora las palabras que alivian el alma y descubre un refugio en la presencia divina. Encamina tu corazón hacia la tranquilidad y la esperanza con nuestra colección de Salmos reconfortantes.
Aunque deba yo pasar por el valle más sombrío, no temo sufrir daño alguno, porque tú estás conmigo; con tu vara de pastor me infundes nuevo aliento.
Su enojo dura sólo un momento, pero su bondad dura toda la vida. Tal vez lloremos durante la noche, pero en la mañana saltaremos de alegría.
Los justos gimen, y el Señor los escucha y los libra de todas sus angustias.
Cercano está el Señor para salvar a los que tienen roto el corazón y el espíritu.
¿Por qué te desanimas, alma mía? ¿Por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún debo alabarlo. ¡Él es mi Dios! ¡Él es mi salvador!
Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en todos los problemas.
Tú, deja tus pesares en las manos del Señor, y el Señor te mantendrá firme; el Señor no deja a sus fieles caídos para siempre.
Tú llevas la cuenta de mis huidas; tú has puesto mis lágrimas en tu redoma; más bien, las has anotado en tu libro.
Aumentarás mi grandeza, y volverás a consolarme.
¡Dame una prueba de tu bondad! ¡Que sean avergonzados los que me odian al ver que tú, Señor, me ayudas y me consuelas!
Cuando me vi abrumado por la angustia, tú me brindaste consuelo y alegría.
Pero en su angustia clamaron al Señor, Y él los libró de su aflicción. Con el poder de su palabra los sanó, y los libró de caer en el sepulcro.
En mi aflicción, ellas son mi consuelo; pues tu palabra me infunde nueva vida.
Mi consuelo, Señor, es recordar que tu justicia es siempre la misma.
Muéstrame tu misericordia, y ven a consolarme, pues ésa fue tu promesa a este siervo tuyo.
Los ojos se me apagan esperando tu promesa, y me pregunto: «¿Cuándo vendrás a consolarme?»
¡Cuán dulces son tus palabras en mi boca! ¡Son más dulces que la miel en mis labios!
Los que aman tu ley viven en completa paz, porque saben que no tropezarán.
Elevo mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, creador del cielo y de la tierra.
¡Haz que los que siembran con lágrimas cosechen entre gritos de alegría!
Señor, toda mi vida he esperado en ti, y he confiado en tus promesas.
Cuando me encuentre angustiado, tú me infundirás nueva vida; Me defenderás de la ira de mis enemigos, y con tu diestra me levantarás victorioso.
El Señor reanima a los descorazonados, y sana sus heridas.
El Señor se complace en su pueblo, y bendice a los humildes con su salvación.
El Señor refuerza los cerrojos de tus puertas, y bendice a los que habitan dentro de tus muros.
Muéstrame tu misericordia por la mañana, porque en ti he puesto mi confianza. Muéstrame el camino que debo seguir, porque en tus manos he puesto mi vida.
Tú, Señor, levantas a los que tropiezan, y reanimas a los que están fatigados.
Tú, Señor, estás cerca de quienes te invocan, de quienes te invocan con sinceridad.
El Señor exalta a los humildes, y humilla hasta el polvo a los malvados.
Este pobre clamó, y el Señor lo oyó y lo libró de todas sus angustias.