Sumérgete en la esencia reconfortante de la bondad divina a través de este enriquecedor artículo. Explora cómo los Salmos que resaltan la bondad de Dios en la Biblia han sido faros de luz en tiempos de oscuridad. Estos versículos intemporales revelan cómo la bondad divina se extiende a través de la creación, brindando esperanza y refugio en momentos de necesidad. Desde el consuelo en la aflicción hasta la confianza en el camino.
El Señor es bueno y recto; por eso enseña a los pecadores el camino.
¡Cuán grande es tu bondad, la cual reservas para los que en ti confían! ¡Delante de todos la manifiestas a los que en ti buscan refugio!.
El Señor ama la justicia y el derecho; la tierra está llena de su misericordia.
¡Prueben ustedes mismos la bondad del Señor! ¡Dichoso aquél que en él confía!.
Dios mío, ¡cuán preciosa es tu misericordia! ¡La humanidad se acoge a la sombra de tus alas!.
Y tú, fanfarrón, ¿por qué presumes de tu maldad? ¡La misericordia de Dios es constante!.
Señor, por tu bondad y misericordia, ¡respóndeme! Por tu infinita piedad, ¡dígnate mirarme!.
Tú, Señor, eres bondadoso y sabes perdonar; ¡grande es tu misericordia para los que te invocan!.
Por siempre alabaré la misericordia del Señor; de una generación a otra, mis labios exaltarán tu fidelidad.
¡El Señor es bueno! ¡Su misericordia es eterna! ¡Su verdad permanece para siempre!.
El Señor te rescata de la muerte, y te colma de favores y de su misericordia.
¡Aleluya! ¡Alabemos al Señor, porque él es bueno, porque su misericordia permanece para siempre.
¡Alabemos al Señor, porque él es bueno; porque su misericordia es constante!.
El Señor es justo y compasivo; nuestro Dios es todo bondad.
¡Grande es su misericordia por nosotros! ¡La fidelidad del Señor permanece para siempre! ¡Aleluya!.
¡Alabemos al Señor, porque él es bueno; porque su misericordia permanece para siempre!.
¡Alabemos al Señor, porque él es bueno! ¡Su misericordia permanece para siempre!.
El Señor es compasivo y lleno de ternura; lento para la ira y grande en misericordia.
El Señor es bueno con todos, y se compadece de toda su creación.
Nuestro Señor es grande y poderoso, y su sabiduría no tiene límite.
El Señor cubre de nubes los cielos, y hace que llueva sobre la tierra;
El Señor hace crecer la hierba de los montes.
El Señor se complace en los que le honran, y en los que confían en su misericordia.
Todos fijan en ti su mirada, y tú les das su comida a su tiempo.
Cuando abres tus manos, colmas de bendiciones a todos los seres vivos.
Tú, Señor, proteges a los que te aman, pero destruyes a los malvados.
Hace justicia a los oprimidos, y da de comer a los que tienen hambre. El Señor da libertad a los cautivos.
El Señor mantiene en paz tus fronteras, y te sacia con lo mejor del trigo.
¡Bendito seas, Señor! ¡Grande ha sido tu misericordia por mí! ¡Me pusiste en una ciudad fortificada!.
Muestra tu misericordia a los que te conocen; muestra tu justicia a los de recto corazón.
¡Alabemos la misericordia del Señor y sus grandes hechos en favor de los mortales!.
A ti, Señor, te corresponde salvar; ¡derrama tus bendiciones sobre tu pueblo!.
Que responda a los deseos de tu corazón y te conceda todas tus peticiones.
El Señor infunde poder a su pueblo y lo bendice con la paz.
¡Dichoso aquél que piensa en los pobres! En los días malos el Señor lo ayudará.
¡Cuán dichoso es aquel a quien tú escoges y lo llevas a vivir en tus atrios! Nosotros quedamos plenamente satisfechos con las bondades de tu casa, con las bendiciones de tu santo templo.
Señor de los ejércitos, ¡cuán dichoso es el que en ti confía!.
¡Bendito sea el Señor para siempre! ¡Amén, y Amén!.
¡Bendito seas Señor, Dios de Israel, desde siempre y hasta siempre! Que todo el pueblo diga: «¡Amén!» ¡Aleluya!.
¡Benditos sean ustedes por el Señor, creador del cielo y de la tierra!.
Los hijos son un regalo del Señor; los frutos del vientre son nuestra recompensa. Los hijos que nos nacen en nuestra juventud son como flechas en manos de un guerrero. ¡Dichoso aquél que llena su aljaba
con muchas de estas flechas! No tendrá de qué avergonzarse cuando se defienda ante sus enemigos.
¡Dichosos todos los que honran al Señor! ¡Dichosos los que van por sus caminos! ¡Dichoso serás, y te irá bien, cuando te alimentes del fruto de tu trabajo!.
¡Dichoso el pueblo que tiene todo esto! ¡Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor!.
¡Dichosos los que confían en el Dios de Jacob, los que cuentan con la ayuda de Dios, el Señor!.
Bienaventurado el hombre que no anda en compañía de malvados, ni se detiene a hablar con pecadores, ni se sienta a conversar con blasfemos.
¡Cuán dichoso es aquel a quien tú escoges y lo llevas a vivir en tus atrios! Nosotros quedamos plenamente satisfechos con las bondades de tu casa, con las bendiciones de tu santo templo.