Este artículo ofrece una perspectiva reveladora sobre cómo estos antiguos himnos transmiten devoción y reverencia. Descubre cómo los Salmos trascienden el tiempo, conectando corazones y mentes a través de la alabanza. Explora su impacto en diversas tradiciones religiosas y cómo continúan inspirando una conexión personal con lo divino. Desde la poesía sagrada hasta la expresión de la fe, este artículo destaca el poder atemporal de los Salmos en la adoración a Dios.
¡Ríndanle la gloria digna de su nombre! ¡Adoren al Señor en su santuario hermoso!
¡Toda la tierra te rinde adoración y canta salmos a tu nombre!
¡Vengan, y rindámosle adoración! ¡Arrodillémonos delante del Señor, nuestro Creador!
¡Adoren al Señor en la hermosura de la santidad! ¡Tiemblen ante él todos en la tierra!
¡Exaltemos al Señor, nuestro Dios! ¡Postrémonos ante el estrado de sus pies! ¡El Señor es santo!
¡Sirvan al Señor con alegría! ¡Vengan a su presencia con regocijo!
¡Bendice, alma mía, al Señor! ¡Bendiga todo mi ser su santo nombre!
¡Canten, sí, cántenle salmos! ¡Proclamen todas sus maravillas!
¡Vamos! ¡Entremos en el santuario! ¡Arrodillémonos ante el estrado de sus pies!
De rodillas, y en dirección a tu santo templo, alabaré tu nombre por tu misericordia y fidelidad, por la grandeza de tu nombre y porque tu palabra está por encima de todo.
Te exaltaré, mi Dios, mi Rey; por siempre y siempre bendeciré tu nombre. Todos los días te bendeciré, por siempre y siempre alabaré tu nombre.
¡Aleluya! ¡Cuán bueno es cantar salmos a nuestro Dios! ¡Cuán grato y hermoso es alabarlo!
¡Que dancen en honor a su nombre! ¡Que le canten al son de arpas y panderos!
¡Alabado sea Dios en su templo! ¡Alabado sea en la majestad del firmamento! ¡Alabado sea por sus proezas! ¡Alabado sea por su imponente grandeza!
El Señor infunde poder a su pueblo y lo bendice con la paz.
Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca.
¿Por qué te desanimas, alma mía? ¿Por qué te inquietas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún debo alabarlo. ¡Él es mi Dios! ¡Él es mi salvador!
Pueblos todos, ¡agiten las manos! ¡Aclamen a Dios con voces de júbilo!
¡Yo te bendeciré mientras tenga vida, y en tu nombre levantaré mis manos!
¡Que te alaben los pueblos, Dios mío! ¡Que todos los pueblos te alaben! ¡Que las naciones se llenen de gozo, porque tú juzgas a los pueblos con equidad y eres el Pastor de todas las naciones!
¡Cantemos salmos a Dios! ¡Cantemos salmos a su nombre! ¡Exaltemos al que cabalga sobre los cielos! Su nombre es el Señor. ¡Alegrémonos en su presencia!
¡Vengan y con alegría aclamemos al Señor! ¡Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación! ¡Lleguemos ante su presencia con alabanza! ¡Aclamémosle con cánticos!
¡Canten alegres al Señor, habitantes de toda la tierra! ¡Levanten la voz, aplaudan y canten salmos! ¡Canten salmos al Señor al son del arpa! ¡Al son del arpa eleven sus cantos! ¡Vengan a la presencia del Señor, nuestro Rey, y aclámenlo al son de trompetas y bocinas!
Entremos por sus puertas y por sus atrios con alabanzas y con acción de gracias; ¡Alabémosle, bendigamos su nombre!
¡Bendigan al Señor ustedes, sus criaturas, en todos los lugares de su dominio! ¡Bendice, alma mía, al Señor!
¡Alabado sea el nombre del Señor desde la salida del sol hasta su ocaso!
¡Levanten las manos hacia el santuario y bendigan al Señor!
¡Que alaben tus caminos, Señor, porque grande, Señor, es tu gloria!
¡Que exalten a Dios a voz en cuello mientras agitan en sus manos las espadas!
¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!