Asegúrense, pues, de hacer lo que el Señor su Dios les ha ordenado. No se aparten ni a la derecha ni a la izquierda (Dt 5:32).
Pero tienes qué esforzarte y ser muy valiente. Pon mucho cuidado y actúa de acuerdo con las leyes que te dio mi siervo Moisés. Nunca te apartes de ellas, ni a la derecha ni a la izquierda, y así tendrás éxito en todo lo que emprendas (Jos 1:7).
Apártate del mal. No te desvíes ni a la derecha ni a la izquierda (Pr 4:27).
No abrigues en ti envidia por los pecadores, sino manténte siempre en el temor del Señor (Pr 23:17).
Tú guardas en completa paz a quien siempre piensa en ti y pone en ti su confianza (Is 26:3).
Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que resista hasta el fin será salvado (Mt 10:22).
Manténganse despiertos, y oren, para que no caigan en tentación. A decir verdad, el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil (Mt 26:41).
Pero la semilla que cayó en buena tierra representa a los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan una buena cosecha porque permanecen firmes (Lc 8:15).
Jesús le dijo: «Nadie que mire hacia atrás, después de poner la mano en el arado, es apto para el reino de Dios» (Lc 9:62).
Tengan paciencia, que así ganarán sus almas (Lc 21:19).
Así como el Padre me ha amado, así también yo los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor (Jn 15:9).
Todos ellos oraban y rogaban a Dios continuamente, en unión de las mujeres, de María la madre de Jesús, y de sus hermanos (Hch 1:14).
En el cual pagará a cada uno conforme a sus obras. Dios dará vida eterna a los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad (Ro 2:6-7).
No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos (Gá 6:9).
Oren en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y manténganse atentos, siempre orando por todos los santos (Ef 6:18).
Dedíquense a la oración, y sean constantes en sus acciones de gracias (Col 4:2).
Oren sin cesar ( Tes 5:17).
Y ustedes, hermanos, no se cansen de hacer el bien (2 Tes 3:13).
Si sufrimos, también reinaremos con él; Si lo negamos, también él nos negará (2 Ti 2:12).
Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuestro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante (Heb 12:1).
Dichoso el que hace frente a la tentación; porque, pasada la prueba, se hace acreedor a la corona de vida, la cual Dios ha prometido dar a quienes lo aman (Stg 1:12).
Cualquiera que se extravía, y que no persevera en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios, pero el que persevera en la enseñanza de Cristo sí tiene al Padre y al Hijo (2 Jn 1:9).
Ya pronto vengo. Lo que tienes, no lo sueltes, y nadie te quitará tu corona (Ap 3:11).