Explora versículos bíblicos que abordan la fornicación y el pecado sexual. Encuentra orientación y redención en la Palabra de Dios. Estos versículos revelan la importancia de la pureza y la sexualidad dentro de los límites del matrimonio.
Descubre cómo la Biblia ofrece sabiduría y dirección en el área de las relaciones sexuales, enseñándonos a honrar a Dios con nuestros cuerpos. A través de estos versículos, encontrarás consuelo, perdón y una senda hacia la restauración. Permite que la Palabra de Dios transforme tu perspectiva y te guíe hacia una vida sexual saludable y en armonía con los principios divinos.
Huyan de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, ocurre fuera del cuerpo; pero el que comete inmoralidad sexual peca contra su propio cuerpo.
Todos ustedes deben honrar su matrimonio, y ser fieles a sus cónyuges; pero a los libertinos y a los adúlteros los juzgará Dios.
La voluntad de Dios es que ustedes sean santificados, que se aparten de toda inmoralidad sexual, 4 que cada uno de ustedes sepa tener su propio cuerpo en santidad y honor, 5 y no en pasiones desordenadas, como la gente que no conoce a Dios.
Pues Dios no nos ha llamado a vivir en la inmundicia, sino a vivir en santidad. El que desecha esto, no desecha a un hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo.
Entre ustedes ni siquiera deben hablar de inmoralidad sexual, ni de avaricia, ni de ninguna otra clase de depravación, pues ustedes son santos.
Ustedes bien saben que ninguno que sea libertino, inmundo, o avaro (es decir, ningún idólatra), tendrá parte en el reino de Cristo y de Dios.
Pero por causa de la inmoralidad sexual, cada hombre debe tener su propia esposa y cada mujer su propio esposo.
Las obras de la carne se manifiestan en adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas. Acerca de ellas les advierto, como ya antes les he dicho, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
Por lo tanto, hagan morir en ustedes todo lo que sea terrenal: inmoralidad sexual, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia. Eso es idolatría. Por cosas como éstas les sobreviene la ira de Dios a los desobedientes.
No se mientan los unos a los otros, pues ya ustedes se han despojado de la vieja naturaleza y de sus hechos.
Pero yo les digo que cualquiera que mira con deseos a una mujer, ya adulteró con ella en su corazón.
Su mirada está cargada de adulterio, no se cansan de pecar, seducen a los pusilánimes, su corazón está habituado a la codicia; ¡son hijos de maldición!
Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los homicidas, los que incurren en inmoralidad sexual, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.
No caigamos en la inmoralidad sexual, como lo hicieron algunos de ellos, y por lo cual en un solo día murieron veintitrés mil. Tampoco pongamos a prueba a Cristo, como también algunos de ellos lo hicieron, y murieron por causa de las serpientes.
Se ha sabido de un caso de inmoralidad sexual entre ustedes, que ni siquiera los paganos tolerarían, y es que uno de ustedes tiene como mujer a la esposa de su padre.
También me temo que, cuando vuelva, Dios me humille ante ustedes, y que tal vez tenga que llorar por muchos de los que antes han pecado y no se han arrepentido de la inmundicia, ni de la inmoralidad sexual y el libertinaje a que se han entregado.
Están atiborrados de toda clase de injusticia, inmoralidad sexual, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades.
También Sodoma y Gomorra, y las ciudades vecinas, que lo mismo que aquéllos practicaron la inmoralidad sexual y los vicios contra la naturaleza, fueron puestas como ejemplo y sufrieron el castigo del fuego eterno.
Porque del corazón salen los malos deseos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias.
Vivamos con honestidad, como a la luz del día, y no andemos en glotonerías ni en borracheras, ni en lujurias y lascivias, ni en contiendas y envidias.
¿Acaso no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se equivoquen: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se acuestan con hombres.
Mi consejo es que no inquieten a los no judíos para que se conviertan a Dios, sino que los instruyan para que se aparten de la idolatría, del libertinaje sexual, del comer carne de animales ahogados, y de comer sangre.
Pero cometer adulterio es no tener cabeza; quien adultera, se corrompe a sí mismo.
Cuando hablan, lo hacen con palabras arrogantes y vanas; mediante las pasiones humanas y el libertinaje seducen a los que habían comenzado a apartarse de los que viven en el error.