¡Regocíjense en su santo nombre! ¡Alégrense de corazón los que buscan al Señor! ¡Busquen el poder del Señor! ¡Busquen siempre a Dios! (1 Cró 16:10-11).
Si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra (2 Cró 7:14).
El Señor estará con ustedes, si ustedes están con él. Si lo buscan, lo hallarán; pero si lo dejan, también él los dejará (2 Cró 15:2b).
En ti confían los que conocen tu nombre, porque tú, Señor, proteges a los que te buscan (Sal 9:10).
Tan soberbio es el impío que no busca a Dios, ni le da lugar en sus pensamientos (Sal 10:4).
Desde el cielo, observa el Señor a la humanidad, para ver si hay alguien con sabiduría, que busque a Dios (Sal 14:2).
A mi corazón le pides buscar tu rostro, y yo, Señor, tu rostro busco (Sal 27:8).
Busqué al Señor, y él me escuchó, y me libró de todos mis temores (Sal 34:4).
Los cachorros del león chillan de hambre, pero los que buscan al Señor lo tienen todo (Sal 34:10).
Dios mío, ¡tú eres mi Dios! Yo te buscaré de madrugada. Mi alma desfallece de sed por ti; mi ser entero te busca con ansias, en terrenos secos e inhóspitos, sin agua (Sal 63:1).
¡Busquen el poder del Señor! ¡Busquen siempre a Dios! (Sal 105:4).
Dichosos los que cumplen sus testimonios, y lo buscan de todo corazón (Sal 119:2).
Sólo así seré completamente libre, pues he buscado seguir tus mandamientos (Sal 119:45).
Yo amo a los que me aman, y dejo que me hallen los que en verdad me buscan (Pr 8:17).
El corazón entendido tiene hambre de saber; la boca del necio se alimenta de tonterías (Pr 15:14).
Los malvados no entienden nada de la justicia; los que buscan al Señor lo entienden todo (Pr 28:5).
Busquen al Señor mientras pueda ser hallado; llámenlo mientras se encuentre cerca (Is 55:6).
Es bueno el Señor con quienes le buscan, con quienes en él esperan (Lam 3:25).
Pero también así ha dicho el Señor al pueblo de Israel: Si ustedes me buscan, vivirán (Amós 5:4).
Los cuales irán de ciudad en ciudad, diciendo: “Vayamos a implorar el favor del Señor. Vayamos a buscar al Señor de los ejércitos. Yo también iré” (Zac 8:21).
Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas (Mt 6:33).
Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá (Mt 7:7).
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre (Lc 11:10).
Puesto que ustedes ya han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios (Col 3:1).
Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar a quienes lo buscan (Heb 11:6).