El Señor amonestó a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y de todos los videntes. Les dijo: Apártense de sus malos caminos. Obedezcan mis mandamientos y mis ordenanzas, y sigan todas las leyes que yo prescribí a sus antepasados, y que les he dado a conocer por medio de mis siervos los profetas (2 Re 17:13).
Si mi pueblo, sobre el cual se invoca mi nombre, se humilla y ora, y busca mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra (2 Cr 7:14).
Si en la tierra a la que fueron llevados cautivos ellos recapacitan y se vuelven a ti, y si en el país de su cautividad oran a ti y dicen: “Hemos pecado; hemos actuado de manera inicua e impía”; si allí en el país adonde los llevaron cautivos se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma, y oran hacia la tierra que les diste a sus padres, hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia el templo que he edificado a tu nombre, dígnate escuchar desde los cielos, desde el lugar donde vives, su oración y su ruego; defiende su causa y perdona a tu pueblo cuando peque contra ti (2 Cr 6:37-39).
Si ustedes se vuelven al Señor, sus hermanos y sus hijos serán tratados con misericordia por quienes ahora los tienen cautivos, y volverán a esta tierra, porque el Señor su Dios es clemente y misericordioso, y no les volverá la espalda si ustedes se vuelven a él (2 Cr 30:9).
Recuerda que ya le habías advertido a Moisés, que si nosotros llegáramos a pecar, tú nos dispersarías entre las naciones, pero que si nos arrepentíamos y te buscábamos y cumplíamos tus mandamientos, y los poníamos por obra, tú nos harías volver y nos llevarías a la tierra que elegiste como residencia de tu nombre, aun cuando nos hubieras dispersado hasta los confines de los cielos (Neh 1:8-9).
El que encubre sus pecados no prospera; el que los confiesa y se aparta de ellos alcanza la misericordia divina (Pr 28:13).
¡Que dejen los impíos su camino, y los malvados sus malos pensamientos! ¡Que se vuelvan al Señor, nuestro Dios, y él tendrá misericordia de ellos, pues él sabe perdonar con generosidad (Is 55:7).
Ve y proclama estas palabras hacia el norte. Dirás: ‘Vuelve, oh apóstata Israel, dice el Señor. No haré caer mi ira sobre ustedes, porque soy misericordioso, dice el Señor. No guardaré enojo para siempre (Jr 3:12).
Pero si el impío se aparta de todos sus pecados que cometió, guarda todos mis estatutos y practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá; no morirá (Ez 18:21).
Pueblo de Israel, ¿por qué tienen que morir? Apártense de todas las transgresiones que han cometido, y forjen en ustedes un corazón y un espíritu nuevos (Ez 18:31).
Tomen con ustedes estas palabras y vuelvan al SEÑOR. Díganle: “Quita toda la iniquidad y acéptanos con benevolencia; te ofrecemos el fruto de nuestros labios
Por eso, vuélvanse ya al Señor de todo corazón, y con ayuno, lágrimas y lamentos (Jl 2:12).
Así que dile al pueblo: “Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes (Zac 1:3).
En aquellos días Juan el Bautista se presentó predicando en el desierto de Judea, y decía: Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mt 3:1-2).
Produzcan frutos dignos de arrepentimiento (Mt 3:8).
Desde entonces Jesús comenzó a predicar, y decía: Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mt 4:17).
No he venido a llamar a justos sino a pecadores al arrepentimiento (Lc 5:32).
Jesús les dijo: ¿Y creen ustedes que esos galileos eran más pecadores que el resto de los galileos, sólo porque padecieron así? ¡Pues yo les digo que no! Y si ustedes no se arrepienten, también morirán como ellos (Lc 13:2-3).
Les digo que, del mismo modo, hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente (Lc 15:10).
Y Pedro les dijo: Arrepiéntanse, y bautícense todos ustedes en el nombre de Jesucristo, para que sus pecados les sean perdonados. Entonces recibirán el don del Espíritu Santo (Hch 2:38).
Por lo tanto, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, para que sus pecados les sean perdonados (Hch 3:19).
Dios, que ha pasado por alto esos tiempos de ignorancia, ahora quiere que todos, en todas partes, se arrepientan (Hch 17:30).
El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza; más bien, es paciente para con ustedes porque no quiere que nadie se pierda sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pe 3:9).
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad (1 Jn 1:9).
A todos los que amo, yo los reprendo y los castigo; así que muestra tu fervor y arrepiéntete (Ap 3:19).
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Muchas gracias por estos textos porque me servirán mucho porque voy a predicar en la calle y voy a predicar de arrepentimiento y me sirvieron muchos estos textos y soy un niño, que el señor les siga fortaleciendo y que el señor les bendiga grandemente AMEN.