Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro (Jn 11:5).
Antes de la fiesta de la pascua, Jesús sabía que su hora había llegado para pasar de este mundo y volver al Padre. A los suyos que estaban en el mundo los había amado siempre, y los amó hasta el fin (Jn 13:1).
El que tiene mis mandamientos, y los obedece, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y me manifestaré a él (Jn 14:21).
Así como el Padre me ha amado, así también yo los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor (Jn 15:9).
Nadie tiene mayor amor que éste, que es el poner su vida por sus amigos (Jn 15:13).
¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? (Ro 8:35).
Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó (Ro 8:37).
El amor de Cristo nos lleva a actuar así, al pensar que si uno murió por todos, entonces todos murieron; y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Co 5:14-15).
Pero con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Ga 2:20).
Vivan en amor, como también Cristo nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros, como ofrenda y sacrificio a Dios, de aroma fragante (Ef 5:2).
Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella (Ef 5:25).
Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús (1 Ti 1:14).
Retén la forma de las sanas palabras que oíste de mí, en la fe y en el amor que es en Cristo Jesús (1 Ti 1:13).
En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. Así también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos (1 Jn 3:16).
Y de Jesucristo, el testigo fiel, primogénito de entre los muertos y soberano de los reyes de la tierra. Él nos amó; con su sangre nos lavó de nuestros pecados (Ap 1:5).