Bendito sea el Señor, el Dios de mi amo Abrahán, que no le negó a mi amo su misericordia y su verdad, pues me puso el Señor en el camino a la casa de los hermanos de mi amo (Ge 24:27).
Luego el Señor pasó delante de Moisés, y proclamó: ¡EL SEÑOR! ¡EL SEÑOR! ¡Dios misericordioso y clemente! ¡Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad! (Ex 34:6).
Es porque el SEÑOR los ama y guarda el juramento que hizo a sus padres, que los ha sacado de Egipto con mano poderosa y los ha rescatado de la casa de esclavitud, de mano del faraón, rey de Egipto (Dt 7:8).
Reconoce, pues, que el SEÑOR tu Dios es Dios: Dios fiel que guarda el pacto y la misericordia para con los que lo aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones (Dt 7:9).
Si después de oír estos decretos, los cumples y los pones por obra, el Señor tu Dios cumplirá contigo el pacto que hizo con tus padres y te mostrará su misericordia (Dt 7:12).
Dios mío, ¡cuán preciosa es tu misericordia! ¡La humanidad se acoge a la sombra de tus alas! (Sal 36:7).
Dios nuestro, dentro de tu templo nos acordamos de tu misericordia (Sal 48:9).
Dios mío, por tu gran misericordia, ¡ten piedad de mí!; por tu infinita bondad, ¡borra mis rebeliones! (Sal 51:1).
¡Pero mírenme a mí! ¡Soy como un verde olivo en la casa de Dios, y en su misericordia confío ahora y siempre! (Sal 52:8).
Tú, Dios misericordioso, vienes a mi encuentro para hacerme ver derrotados a mis enemigos (Salmos 59:10).
¡Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni me escatimó su misericordia! (Sal 66:20).
Tú, Señor, eres bondadoso y sabes perdonar; ¡grande es tu misericordia para los que te invocan! (Sal 86:5).
Alabemos al Dios de dioses; ¡su misericordia permanece para siempre! (Sal 136:2).
Y ésta fue mi oración al Señor mi Dios; ésta fue mi confesión: Señor, Dios grande y digno de ser temido, que cumples tu pacto y tu misericordia con los que te aman y cumplen tus mandamientos (Da 9:4).
¿Qué otro Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su pueblo? Tú no guardas el enojo todo el tiempo, porque te deleitas en la misericordia (Mi 7:18).
El Señor está en medio de ti, y te salvará con su poder; por ti se regocijará y se alegrará; por amor guardará silencio, y con cánticos se regocijará por ti (Sof 3:17).
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna (Jn 3:16).
Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado (Ro 5:5).
Pero Dios muestra su amor por nosotros en que, cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros (Ro 5:8).
Ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor (Ro 8:39).
Pero Dios, cuya misericordia es abundante, por el gran amor con que nos amó (Ef 2:4).
Que nuestro Señor Jesucristo mismo, y nuestro Dios y Padre, que nos amó y nos dio consuelo eterno y buena esperanza por gracia (2 Tes 2:16).
Que el Señor encamine el corazón de ustedes al amor de Dios y a la paciencia de Cristo (2 Tes 3:5).
Miren cuánto nos ama el Padre, que nos ha concedido ser llamados hijos de Dios. Y lo somos. El mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él (1 Jn 3:1).
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios (1 Jn 4:7).
El que no ama, no ha conocido a Dios, porque Dios es amor (1 Jn 4:8).
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Jn 4:10).
Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se perfecciona en nosotros (1 Jn 4:12).
Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él (1 Jn 4:16).
Pues éste es el amor a Dios: que obedezcamos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son difíciles de cumplir (1 Jn 5:3).