Salmos de Arrepentimiento en la Biblia
Explora el camino hacia la redención a través de este reflexivo artículo sobre los Salmos de arrepentimiento en la Biblia. Sumérgete en la poesía sagrada que refleja la humildad y búsqueda de perdón. Descubre cómo estos versículos atemporales transmiten la lucha interior y el anhelo de renovación espiritual. Desde la confesión de faltas hasta la reconciliación con lo divino.
Salmos 6:6
Me estoy consumiendo de tanto llorar; Todas las noches lloro amargamente y baño con lágrimas mi lecho.
Salmos 32:5
Te confesé mi pecado; no oculté mi maldad. Me dije: «Confesaré al Señor mi rebeldía», y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
Salmos 38:18
Por eso, voy a confesar mi maldad; pues me pesa haber pecado.
Salmos 51:2
Lávame más y más de mi maldad; ¡límpiame de mi pecado!.
Salmos 51:3
Reconozco que he sido rebelde; ¡mi pecado está siempre ante mis ojos!.
Salmos 51:17
Los sacrificios que tú quieres son el espíritu quebrantado; tú, Dios mío, no desprecias al corazón contrito y humillado.
Salmos 69:5
Tú, mi Dios, sabes que soy un insensato; mis pecados no son para ti un secreto.
Salmos 86:5
Tú, Señor, eres bondadoso y sabes perdonar; ¡grande es tu misericordia para los que te invocan!.
Salmos 103:10
No nos ha tratado como merece nuestra maldad, Ni nos ha castigado como merecen nuestros pecados.
Salmos 119:59
He estado pensando en mis acciones, y decidí encaminar mis pies hacia tus estatutos.
Salmos 130:3
Señor, si te fijaras en nuestros pecados, ¿quién podría sostenerse en tu presencia?.
Salmos 130:4
Pero en ti hallamos perdón, para que seas reverenciado.
Salmos 143:2
Pero no me juzgues con dureza, pues ante ti nadie puede justificarse.
Salmos 145:18
Tú, Señor, estás cerca de quienes te invocan, de quienes te invocan con sinceridad.
Salmos 32:1-2
Dichoso aquél cuyo pecado es perdonado, y cuya maldad queda absuelta. Dichoso aquél a quien el Señor ya no acusa de impiedad, y en el que no hay engaño.
Salmos 25:11
Señor, muy grande es mi pecado, pero haz honor a tu nombre, y perdóname.
Salmos 38:4
Mi pecado pesa sobre mi cabeza; ¡son una carga que ya no puedo soportar!.
Salmos 40:12
Son muchos los males que me acechan; mi maldad se ha volcado contra mí, y me ha opacado la vista. Tengo más problemas que pelos en la cabeza; ¡estoy totalmente descorazonado!.
Salmos 40:13
Señor, ¡dígnate ayudarme! Señor, ¡ven pronto a socorrerme!.
Salmos 51:10
Dios mío, ¡crea en mí un corazón limpio! ¡Renueva en mí un espíritu de rectitud!.
Salmos 51:16-17
Aún si yo te ofreciera sacrificios, no es eso lo que quieres; ¡no te agradan los holocaustos! Los sacrificios que tú quieres son el espíritu quebrantado; tú, Dios mío, no desprecias al corazón contrito y humillado.
Salmos 71:15
Todo el día mi boca proclamará tu justicia, y tus hechos de salvación, aun cuando no puedo enumerarlos.
Salmos 73:21-22
Yo tenía el alma llena de amargura, y sentía que el corazón me punzaba. Era yo tan torpe que no podía entenderlo; en tu presencia, era yo como una bestia.
Salmos 86:2
Sálvame la vida, pues te soy fiel. Dios mío, salva a tu siervo, que en ti confía.
Salmos 86:3
Señor, ten misericordia de mí, porque a ti clamo todo el día.
Salmos 130:1-2
A ti clamo, Señor, desde el fondo de mi angustia. ¡Escucha, Señor, mi voz! ¡Que no se cierren tus oídos al clamor de mi súplica!.
Salmos 130:7
Israel, confía en el Señor, porque el Señor es misericordioso; ¡en él hay abundante redención!.
Salmos 143:8
Muéstrame tu misericordia por la mañana, porque en ti he puesto mi confianza. Muéstrame el camino que debo seguir, porque en tus manos he puesto mi vida.
Salmos 143:10
Tú eres mi Dios; enséñame a hacer tu voluntad, y que tu buen espíritu me guíe por caminos rectos.
Salmos 145:14
Tú, Señor, levantas a los que tropiezan, y reanimas a los que están fatigados.